Al pasar estas variaciones por potentes algoritmos informáticos, podemos evaluar ciertas características de su piel. Más precisamente, estos análisis nos permiten determinar su predisposición genética cutánea.
En total, se estudiarán 14 características de su piel y se agruparán en 4 grandes familias: envejecimiento, sensibilidad al sol, sensibilidad al medio ambiente y perfil cutáneo.
A cada uno de estos rasgos se asociará una evaluación del nivel de predisposición, que podrá ser bajo, medio o elevado en función de su genoma. La comprensión de su predisposición genética va a permitirle entender mejor las necesidades «heredadas» de su piel. De ese modo, podrá adaptar su elección de productos cosméticos para preservar de forma óptima su piel.
Esta información, que explica hasta el 60 % del estado de su piel, siempre debe completarse con un diagnóstico visual, que va a constatar los efectos de su modo de vida, de su entorno y de sus costumbres en materia de cuidados y de productos. Sin embargo, este estudio aportará información predictiva y preventiva que un simple análisis visual, o incluso uno con mediciones, nunca podría ver. Por lo tanto, las dos estrategias (ADN y análisis visual) son complementarias para obtener una visión completa de su estado y de su potencial cutáneo.